Aunque parezca difícil de creer, tú tienes el control de tu vida y para ello te vales de dos opciones.
La primera opción es ser menos, hacer menos, tener menos y dar menos.
Ser menos amorosa, cariñosa, comprometida, determinada, tolerante, empática.
Hacer menos por tu cuerpo, tu mente, tu integridad, tus relaciones.
Tener menos tiempo para ti, tus amistades, pareja y familia. Tener menos dinero, menos habilidades
Dar menos amor, menos atención a ti, a tu pareja y familia. Dar menos a quienes te rodean, conozcas o no.
Estas, son todas decisiones y acciones, que te llevan a una vida de mediocridad, vacía y no próspera.
¿Cuál es la segunda opción? La de ser, hacer, tener y dar más.
Ser más amorosa, cariñosa, comprometida, determinada, tolerante, empática.
Hacer más por tu cuerpo, tu mente, tu integridad, tus relaciones.
Tener más tiempo para ti, tus amistades, pareja y familia. Tener más dinero.
Dar más amor, más atención a ti, a tu pareja y familia. Dar más a quienes te rodean, conozcas o no.
Estudiar y adquirir nuevas habilidades. Filtrar la información que llega a ti, y quedarte con aquella que enriquece tu vida.
Por último, te invito a que percibas aquellas cosas que están fuera de tu control y te generan enojo, o cualquier otra emoción negativa, a que las veas como una oportunidad para tu crecimiento. Están ahí para mostrarte algo que no quieres ver o aceptar.
Recuerda que tú tienes el control.